En los últimos años se están llevando a cabo acciones concretas para mejorar la accesibilidad de nuestros museos. En la mayoría de las ocasiones encontramos que las medidas que se toman son básicamente la supresión de barreras arquitectónicas; y en casos concretos, que suelen coincidir con entidades con un gran presupuesto, se observa la incorporación de “sofisticados” recursos para hacer accesibles contenidos a personas con discapacidad sensorial.
Entre estos dos extremos hay un gran camino por recorrer implantando “ajustes razonables”, que son aquellas adaptaciones necesarias y adecuadas que no impongan una carga desproporcionada para garantizar a las personas con discapacidad la visita.
Para ello, se hace necesario una EVALUACIÓN EN MATERIA DE ACCESIBILIDAD, donde se logrará un examen completo que abarque la accesibilidad física, sensorial y cognitiva, posibilitando conocer al responsable del museo, la situación real y por tanto la correcta toma de decisiones para ir adaptando los recursos existentes.
Nuestra primera experiencia de evaluación ha sido la del Museo de La Rinconada en Sevilla, donde no sólo se evalúa el propio museo (en cuento a su accesibilidad, física, sensorial y cognitiva) sino que se tiene en cuenta otros aspectos como la continuidad territorial y la cadena de accesibilidad (no sirve de nada tener un museo adaptado, si las infraestructuras de transporte y el entorno, no lo está); y la comunicación del propio museo con los visitantes, es decir, un museo, con independencia de la accesibilidad que tenga, debe informar respecto a ella y facilitar los datos de manera igualmente accesible.